Vivian Mansour, la autora de este cuento ilustrado por Patricio Ortiz, nos entrega un relato ágil y divertido que además nos invita a reflexionar sobre nuestros prejuicios, que son como los volados: de atenernos a ellos, tenemos las mismas posibilidades de ganar o perder la apuesta. También toca temas como la bulimia y la pérdida de la madre sin falsos dramatismos, sino más bien desde una perspectiva sensible y honesta. Ofrece además una mezcla difícilmente resistible: nos hace reír (tanto sus jocosas anécdotas como sus divertidas ilustraciones) conmoviéndonos. Una cosa más: La mala del cuento viene a confirmar la buena salud de la literatura infantil y juvenil mexicana.
álbum de cuentos
Nacemos desnudos y sin palabra, apenas con un llanto instintivo y unos pocos gestos que no se sabe aún si llamar enojo, sonrisa, sueño. Crecemos y vamos adquiriendo poco a poco el lenguaje, y con él, un montón de ideas sobre el mundo. Nuestro mundo se va volviendo más grande conforme más palabras agregamos a nuestro repertorio. Sin embargo, hay ocasiones en que tomamos una terca idea que quiere encajarse en cada lugar y momento, y ya no la soltamos. La cuidamos bien, la abrigamos, nos casamos con ella y nuestra mirada se vuelve neblinosa. ¿Será eso lo que le ocurre a Marina con la novia de su padre, su futura madrastra?
Marina tiene la cabeza poblada de cuentos infantiles donde las madrastras son crueles, sin una pizquita de piedad. Por ello, cuando su padre le presenta a Sara no puede dejar de sentir temor y una animadversión casi inmediata: si ella es la princesa del cuento, Sara bien puede ser la villana. Entonces Marina se hace un propósito: antes que dejarse maltratar, está dispuesta a convertirse ella misma en la mala más mala; con tal de evitar que su padre se case con esa sospechosa mujer, demasiado amable, demasiado bonita, pondrá manos a la obra para hacerle la vida de cuadritos a Sara y lograr que huya despavorida. Leyendo La mala del cuento descubriremos si Marina alcanzará su propósito y si en realidad las madrastras son como las pintan los cuentos.
Vivian Mansour, la autora de este cuento ilustrado por Patricio Ortiz, nos entrega un relato ágil y divertido que además nos invita a reflexionar sobre nuestros prejuicios, que son como los volados: de atenernos a ellos, tenemos las mismas posibilidades de ganar o perder la apuesta. También toca temas como la bulimia y la pérdida de la madre sin falsos dramatismos, sino más bien desde una perspectiva sensible y honesta. Ofrece además una mezcla difícilmente resistible: nos hace reír (tanto sus jocosas anécdotas como sus divertidas ilustraciones) conmoviéndonos. Una cosa más: La mala del cuento viene a confirmar la buena salud de la literatura infantil y juvenil mexicana.
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