viernes, 22 de abril de 2011


 SOBRE LA ADAPTACIÓN DE ESTE CUENTO A LA PELÍCULA
Lo mejor que puede decirse de la adaptación de Spike Jonze del célebre cuento infantil de Maurice Sendak es que no es una película más de muñequitos en la pantalla. Afortunadamente, Jonze, quizá la mayor y mejor rara avis del cine americano actual, huye de visiones complacientes y de mensajes edulcorados excesivamente gráficos para concentrarse en la esencia de una historia mítica entre varias generaciones de público anglosajón. Quizá ese sea su mayor logro, la reconocible adaptación de un clásico para todos aquellos lectores que cuentan con esta obra en su imaginario sentimental.
El protagonista de Donde viven los monstruos es Max, un niño travieso y desobediente que, enviado a la cama sin cenar tras estropearle una velada romántica a su madre, una mujer separada, crea su propio mundo imaginario repleto de extrañas y salvajes criaturas que, sorprendentemente, lo eligen como rey. Así, Max llega a ser una especie de gurú que intenta conseguir para aquellos seres la desaparición de la tristeza y la soledad, al mismo tiempo que empieza a comprender lo que significa su madre para él.
Bellamente filmada, con un cuidado y un buen gusto infrecuentes en la creación de la animación, especialmente en la dotación a estas criaturas animadas de una expresividad desarmante, tanto en la alegría como en la tristeza, flaquea no obstante en el dibujo de personajes y en la traslación a esas fantásticas criaturas de problemas y neuras contidianas típicamente humanas. Igualmente en la breve y poco trabajada caracterización del joven Max como niño conflictivo y desobediente, del cual no se revelan las circunstancias y crisis que lo llevan a esa situación. Descartando esos problemas de construcción, es la pureza y la sencillez de un relato que consigue reflejar con acierto el mundo al mismo tiempo hermoso y cruel imaginado por un niño falto de cariño lo más rescatable de un trabajo en otros aspectos leve que difícilmente puede enganchar o convencer a quienes no se hayan sentido cautivados por el cuento original de Sendak.

álbum de cuentos

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